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Parto respetado: Padres que decidieron hacer nacer a sus bebés en casa ¿Lo harías?

Artículo Publicado en la Revista Rumbos el 31 de julio de 2015 Por: VIOLETA MORAGA http://www.rumbosdigital.com/

Ya sea en el hogar o en el hospital, cada vez son más las mujeres que eligen dar a luz a sus bebés en ambientes más íntimos, para evitar las cesáreas y dejar que la naturaleza marque su propio ritmo. Experiencias en primera persona.

Abrió los ojos en mitad de la noche. Todo estaba inmóvil y ella se sumó a la quietud. Se quedó esperando y vino otra contracción. La panza dura. No tuvo miedo, nervios ni angustia. Sólo se llenó de una gran alegría y bajó sigilosa de la cama. Durante todo el día había tenido una melodía de Caetano Veloso metida en la cabeza y entonces, a las 4 de la mañana, se dio el gusto de buscarla en la computadora y escucharla. Las contracciones seguían. Se hizo un mate y fue clareando. El apareció, comprendió la escena y esperaron juntos. Finalmente, cuando parecía que era la hora, partieron al hospital. Sólo ahí, cuando la camilla, el suero, la rotura de bolsa, la epidural, lloró. Quizá por cosas como estas, muchas mujeres eligen parir en sus casas. Y por tantas razones más, como el maltrato que han sufrido en las instituciones o por considerar como lo más natural del mundo el recibir a un hijo al calor del hogar. Jimena Saud tuvo esa intuición. “¿Por qué no?”, dice ahora y agrega: “Después de haber atravesado la experiencia, lo que me pregunto es por qué no parir en tu casa, cuando sos una mujer sana y tu bebé está sano, pensando al parto como una parte de la sexualidad femenina. ¿Por qué abrir ese momento único a gente con la que no estás cómoda o que no vas a ver nunca más?”. Dante ya tiene tres meses y observa desde el cochecito mientras Jimena recuerda parte del proceso: “Se desarrolla mucho lo comunitario, empezás a informarte, a contactarte con el otro y a construir tu propio relato. Pienso que es fundamental para la difusión de una cultura nueva desterrar esa cosa de: ‘necesitás un suero para partir’, ‘no podés sin anestesia’, ‘yo te lo voy a sacar’, ‘vos no sabés cómo parir’. Se trata de empoderarse de algo que tal vez nos han quitado, porque hoy la gente dice: ‘¿Y si pasa algo?’. ¿Pero por qué va a pasar algo cuando nadie está entrometiéndose en ese desarrollo natural?”.

Catorce pujos Tal vez fue por ese proceso de recolección de información y conexión con el propio cuerpo que, cuando en medio de una cena en un restaurante sintió que un líquido caliente bajaba por sus piernas, lo tomó con tranquilidad y dijo: “Fisuré bolsa”. Partieron para el hogar, donde recibieron el mensaje del equipo de parteros que iba a acompañarlos: “Aprovechen a descansar”. Pasó la noche del sábado, el domingo y finalmente llegó ese lunes al mediodía en el que Dante asomó al mundo. “En otras circunstancias ya estaríamos en el hospital, nerviosos. Nosotros tratamos de relajarnos, limpiamos la casa, no llamamos a la familia. Llegando la noche jugamos al chinchón, empezamos a ver una película, y ahí sí… ya no podía ver la película”, cuenta Jimena. “La misión era pasar la contracción. Y la pasé en la ducha, en cuclillas, en diferentes posiciones y lugares, pero nunca sentí un dolor que no podía soportar. Finalmente llamamos a los parteros. Dante nació en nuestro cuarto, que era el lugar más calentito de la casa. Fueron como 14 pujos. Siempre hay algo más potente que está pasando, más allá de las contracciones más fuertes, que es el nacimiento de tu hijo”. La mirada del papá Por su parte, Mariano Randazzo, el compañero de Jimena, reconoce que para tomar la decisión fue importante informarse, saber que hay distintas maneras y que “uno elige”. También señala como otra de las razones “el maltrato de la corporación médica, que concibe al parto sólo hospitalizado y con la intervención de un médico, que es el que resuelve”. Así decidieron seguir el camino más natural. El eje para poder hacerlo fue trabajar sobre el miedo: “Es una cultura en la que tenés miedo a tu cuerpo, al contacto con otra gente, a lo comunitario. El miedo oprime y te domina, y uno por miedo o desconocimiento le deja todo a otro o prefiere una droga antes que atravesar un proceso natural. En esa búsqueda trabajamos sobre cómo romper mitos y el gran acierto fue el diálogo y la palabra”.

De profesión, partero “Mi vida gira en torno a esto”, dice entusiasta Francisco Saraceno. Tan entusiasta que fue el primer partero egresado de la Universidad de Buenos Aires. “La medicina trabaja desde la defensiva, sin relación con la persona. Lo vincular es lo más importante”, dice, y esboza algunas aclaraciones: “Cuando hablamos de parto en casa siempre hablamos de una mujer sana y de un bebé sano, aunque por supuesto tomamos muchos recaudos”. Con casi dos mil partos en su haber, Francisco asegura que lo natural es que las cosas, en general, se den bien. “Los niveles de cesáreas en los hospitales merecen una autocrítica. Algunas instituciones hablan de un 80 por ciento, cuando a nivel mundial tendría que haber un 15.

En casa, en cambio, son los tiempos naturales de ese bebé y de esa mujer que quiere parir. Quizá no es el camino más fácil, pero es el más rico. Es volver a valorizar ese momento tan mágico y de ritual que tiene que ver con un alumbramiento. En los últimos 50 años se instaló la idea de que el nacimiento tiene que ser rápido. Si la mujer siente seguridad en el hospital, está bien, pero que se le respeten sus tiempos. Ningún libro dice que hay que parir en dos pujos”, resume Francisco. Lejos del hospital El maltrato en los hospitales es otra de las razones por la que muchas mujeres no quieren volver a pisar una institución. “Cada vez más madres eligen otra experiencia y la preparación es más que nada emocional”, cuenta Laura Quevedo desde Mendoza. Ella es partera egresada de la Universidad del Aconcagua y, con otras compañeras, asiste partos en la intimidad del hogar. Tras la experiencia de haber trabajado en hospitales, afirma que lo que lleva a las complicaciones son las intervenciones. “Para mí ésta es la mejor opción”, concluye. Quevedo recuerda que cuando egresó empezó a trabajar en un hospital y en clínicas privadas, veía que estaba todo muy cronometrado y la cesárea se daba en la mayoría de los casos. Así, buscando otra opción que permitiera a la mujer respetar sus tiempos naturales, empezó a acompañarlas en sus casas”.

Al día de hoy, cada vez son más las parteras y parteros que eligen este camino, quizá todavía no sostenido desde la formación, ya que la noción que se imparte es generalmente asistencial: “Nos preparan para ayudar al médico, controlar un trabajo de parto, conducirlo farmacológicamente. Pero romper ese paradigma es muy difícil. Por eso, es como volver a empezar, estudiando una carrera parecida pero totalmente diferente”. Quevedo también explica que la mayoría de las intervenciones que se realizan tienen el único fin de apurar el proceso: “A todas se les pone oxitocina, a todas se les rompe la bolsa, al 90 por ciento se le realiza episiotomía. Yo, que he visto las dos caras y creo que no tiene comparación. El parto en casa es totalmente diferente”.

Un caso rosarino Aunque todavía queda un largo camino, en distintas instituciones se está trabajando sobre los ejes de un parto respetado. En el Hospital Roque Sáenz Peña de Rosario, que tiene un protocolo en este sentido, el jefe de la maternidad propuso dejar que la madre elija la posición: entre otras cosas, se puso una silla de parto, se dispuso que otras mujeres acompañen emocionalmente a las madres y se logró que el índice de cesárea bajara notoriamente. “Lo implementamos por convicción siguiendo recomendaciones de organismos como la OMS, pero además hay una ley nacional que se refiere al tema”, dice Gustavo Baccifava, médico obstetra y jefe del Servicio de Obstetricia del hospital rosarino: “Es cambiar el modelo asistencial, respetar lo natural con la mínima intervención medica, no utilizar medicación innecesaria ni prácticas obstétricas que a veces se usan por rutina –explica el médico–. El parto es un proceso fisiológico y tiene que ser vivido como tal. En definitiva, es restituirle el protagonismo a la mujer para que maneje su propio parto”. Cambio de paradigma Baccifava repasa los cambios de los últimos 150 años: “Los partos se trasladaron de los hogares a las instituciones para prevenir la muerte de la mamá o el bebé, pero esto se fue desvirtuando y las prácticas y prevenciones que eran excepcionales se transformaron en rutinarias. Se fue despojando a la mujer de la posibilidad de encontrarse con su propio parto, algo que tiene efectos adversos sobre mamá y bebé”. También habla de la necesidad de un cambio de paradigma: “Muchas veces, las familias exigen la intervención médica por desinformación. Es un desafío para toda la sociedad cambiar esa mirada”. En conclusión, el debate no es tanto tener nuestro hijo en casa o en una camilla de hospital, sino tener la posibilidad de elegir, así como el derecho a ser respetados –mamá, papá y bebé– ante esa instancia clave y única de la vida. Un intento por recuperar la esencia de un alumbramiento.

Link: http://www.rumbosdigital.com/secciones/notas/parto-respetado-padres-que-decidieron-hacer-nacer-a-sus-bebes-en-casa-lo-harias

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