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Por el derecho a elegir cómo donde y con quién parir

Por Daniela Mattolini

Estas palabras escribí en respuesta a una diputada de Corrientes que dice estar tratando de prohibir los partos domiciliarios en respuesta a un pedido que figura en el link que está debajo.

Estimad@s Diputados, Legisladores y ciudadan@s del mundo: Soy de Mendoza, parí en casa con dos parteras formidables por la mitad de lo que la obra social hubiera pagado una internación con cesarea. Con justicia la obra social reconoció mi derecho y reintegró lo que pagué a las parteras (que quede claro que no son los 15.000 que dicen por ahí, es un precio muy conveniente para la obra social, el negocio del nacimiento está en las cesareas innecesareas y no en el parto domiciliario). Si en ese momento hubieran habido casas de parto públicas como en las zonas carenciadas y rurales de Ecuador y Colombia, hubiera parido en una casa de parto en la que me aseguraran un parto respetado, a mi tiempo, con intimidad y con mi bebé como sujeto prioritario en el protagonismo del parto.

Lamentablemente, la postura higienista, intervencionista y medico-centrista de la formación médica de los últimos 60 años, las políticas basadas en la automatización y mecanización de lo humano, en los resultados por sobre los procesos, en el tratamiento de las personas como masas y no como seres concientes y sintientes son las actitudes desde las que se trata la manera de venir al mundo.

Yo tuve la posibilidad de elegir, más que nada porque leí mucho y porque encontré la gente que pudo acompañarme en mi desición. De no haberla encontrado, habría parido sola en mi casa, como están haciendo las mujeres que no logran encontrar quien las acompañe y tienen el mismo terror que yo sentí a la episiotomia innecesaria, al tacto innecesario a que le privaran a mi bebé de mi contacto, a estar dominada por la adrenalina y no por la natural oxitocina que corresponden al embarazo, parto y posparto.

Sugiero entonces que observen cómo han bajado la mortalidad los países que vienen revisando estos temas hace 15 años. Cómo es parir en Suecia en el sistema público, en Brasil, en Ecuador y en Colombia en casas de parto organizadas de manera comunitaria y que sirvieron además para que la marginalidad encontrara bálsamos, puntos de contacto, para detección temprana de dificultades y para que los partos sean respetados, intimos, solitarios, pero justo en la habitación contigua las herramientas y el personal para asistir en caso de complicación. (Médicos Obstetras y Doulas de Venezuela, Colombia y el Caribe dictaron una hermosa conferencia contando la experiencia en San Luis, en el primer encuentro Internacional de Culturas Originarias hace 4 años)

¿Cómo hicieron esto? Tomándose el tiempo de hacer las preguntas correctas: escuchando a las aborígenes y lugareñas en sus necesidaes, poniéndole a la casa de partos el nombre que ellas eligieron, haciendo actividades y medicina preventiva en lugar de controles impersonales durante el embarazo, dándoles su lugar, respetando su cultura, entendiendo sus diferencias y dejándolas ser. Así, ellas se sintieron miradas, tenidas en cuenta, su analfabetismo no era ausencia de saber: SABÍAN PARIR, SABEMOS PARIR. Y las parteras tradicionales (señoras ancianas analfabetas que reciben bebés desde su adolescencia y están llenas de la sabiduria que da la experiencia) atendieron y atienden junto al médico, un hombre respetuoso, que a lo aprendido en sus años de obstetra le suma todo lo que una comunidad rural puede enseñarle.

Les pido que se tomen el tiempo, que a todas las mujeres -a esas mujeres a las que pretenden decirles cómo vivir su parto, por las que están preocupadas y por las que quieren legislar- les den la opción de elegir dónde cómo y con quién parir. Y que todas sean buenas opciones. Que les cubran el parto domiciliario, como a mí, que haya personal para acompañarlas, que les den capacitacion a TODOS los que asisten (aunque sea limpiando la sala) a los lugares donde va a nacer un niño sobre la importancia de dejar a la mujer en intimidad para que la oxitociona llegue al pico que genera un parto natural y exitoso.

Les pido que se sigan moviendo, informando, preocupando y que legislen con justicia, con criterio, con conocimiento de las opciones, dando libertad y respetando el conocimiento y sabiduría que tenemos y que viene de miles de generaciones de mujeres dando a luz. Les pido que honren a sus madres, a sus abuelas y a las madres de sus abuelas que dejaron grabado en nuestros genes cómo nacer y cómo parir sin ir a ninguna universidad.

Les pido que consideren la implicancia de un parto respetado para la paz, la ausencia de violencia desde el nacimiento como método para reconectar con la empatía, con el corazón, con procesos hormonales amorosos. Y a un costado, en silencio, al servicio y con humildad, un médico podrá colaborar SOLO SI FUERA NECESARIO.

Todo eso se interrumpe cuando, con buenos argumentos y motivos, se olvidan de escuchar, observar y dar lugar a la mamá y al niño en camino que tiene todo un aparato biológioco especializado en la tarea que va a realizar, la de nacer. Los buenos argumentos a veces encubren los planes personales del médico, las vacaciones que necesita tomarse, los otros partos que ha programado para tal o cual día, la necesidad de ir a dormir u otras. Los tiempos del médico, de la enfermera, del hospital.

Si todas quisiéramos que nos respeten los tiempos sería más dificil programar, controlar, planificar. Pero… tampoco todos los médicos son iguales, ni las parteras, ni las enfermeras. Y aquí en este pedido y en todos los pedidos mundiales para un parto respetado que prioice el bienestar de la mamá y ele bebé, incluyendo sus tiempos y particularidades, estamos felizmente acompañadas por parteras y médicos obstetras que lo ven como nosotras, así que ya tenemos quien nos asista, llegado el caso.

Faltan ustedes, que legislen para la libertad, que busquen ampliar derechos, que confíen en el pueblo que los votó y en el que no los votó, que entre todos les pagamos el sueldo.

Esto que digo es perfectamente ajustado a las leyes internacionales, a los derechos humanos, a las leyes nacionales, las mujeres tenemos derecho a elegir, cómo dónde y con quién parir.

Es nuestro derecho. Que la mujer tenga la opción, que pueda elegir estando bien informada, que le expliquen los riesgos de la cesarea, lo que es una episotomia, lo que implica un pinchazo en la columna vertebral y porqué es importante que el cordón deje de latir. Que le expliquen TODO, como en una cirugía de corazón. Luego, que ella decida que “quiero una cesárea programada” sea tan bienvenido como “quiero un parto sin intervenciones”, que durante el parto pueda pedir la asistencia que considere o no pedirla. Eso. Ahora pues, a leer, a informar, a incluir, a escuchar, a buscar alternativas, a respetar. Me despido con una reverencia a todos los úteros que han sabido contener y parir a quienes hoy se ocupan de estos temas, para que en conexión con su origen puedan honrar la vida.

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